La desnutrición crónica infantil en Ecuador
La desnutrición crónica infantil en Ecuador: Evidencia científica, brechas nutricionales y el rol decisivo de la proteína animal
La desnutrición crónica infantil (DCI) se define como una talla baja para la edad, inferior a dos desviaciones estándar de la referencia OMS, producto de deficiencias nutricionales sostenidas durante la primera infancia. La literatura científica coincide en que la DCI tiene efectos irreversibles en el desarrollo cerebral, el sistema inmune, el rendimiento escolar y la productividad en la vida adulta (Black et al., 2013).
En Ecuador, aunque se han implementado políticas sociales y programas de suplementación, la DCI continúa siendo un problema estructural y desigual. Los últimos datos disponibles del INEC (2022–2023) revelan una realidad alarmante: más del 60% de los niños menores de tres años no consume proteína animal, un nutriente crítico para evitar el retraso en el crecimiento.
Magnitud del problema
El análisis de la Encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil del INEC 2022–2023 evidencia marcadas desigualdades regionales en el acceso y consumo de proteína animal entre los niños menores de tres años en Ecuador. En la Sierra Centro, que incluye a Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Bolívar, el 63% de los niños no consume ningún tipo de proteína de origen animal de manera regular. En la Costa, conformada por Esmeraldas, El Oro, Guayas, Los Ríos, Manabí, Santa Elena y Santo Domingo, la situación no es muy distinta: 6 de cada 10 niños carecen de estos alimentos esenciales en su dieta diaria.
La situación se agrava en la región Amazónica, donde en provincias como Morona Santiago, Napo, Pastaza, Zamora Chinchipe, Sucumbíos y Orellana, hasta un 64% de los niños menores de tres años no consume huevo, carne, pescado o lácteos, alimentos fundamentales para el crecimiento y desarrollo. Estos datos reflejan un patrón consistente en todo el país y confirman que la baja ingesta de proteína animal constituye un factor de alto riesgo para la desnutrición crónica infantil, afectando el desarrollo neurológico, muscular y metabólico de los niños en una etapa crucial de su vida.
¿Por qué la proteína animal es importante para combatir la desnutrición crónica infantil?
Las proteínas de origen animal desempeñan un papel determinante en la prevención de la desnutrición crónica infantil debido a su alto valor biológico y a la presencia completa de aminoácidos esenciales como lisina, leucina y triptófano, indispensables para el crecimiento y la reparación de tejidos. La literatura científica demuestra que su consumo incrementa la síntesis de IGF-1, una hormona fundamental para el crecimiento lineal y el desarrollo óseo. Por el contrario, la deficiencia proteica sostenida se asocia directamente con retraso en la talla, uno de los principales indicadores de desnutrición crónica infantil.
Durante los primeros 1.000 días de vida, etapa crítica para el desarrollo neurológico, el cerebro requiere nutrientes específicos que se encuentran principalmente en alimentos de origen animal. La colina del huevo contribuye a la formación de membranas neuronales y neurotransmisores; el hierro hemo presente en carnes, por su alta biodisponibilidad, previene la anemia y favorece la oxigenación cerebral; y el DHA presente en pescados grasos es esencial para la mielinización y la formación sináptica. En conjunto, estos nutrientes potencian la capacidad de aprendizaje, la memoria y el desarrollo cognitivo, elementos señalados como críticos por estudios como los de Georgieff (2007).
Además, la proteína animal aporta micronutrientes clave para fortalecer el sistema inmunológico, entre ellos zinc, vitamina B12, vitamina A y selenio, que permiten una adecuada respuesta frente a infecciones y reducen la vulnerabilidad a enfermedades. Su consumo durante la infancia también ha demostrado efectos protectores a largo plazo, al asociarse con una menor incidencia de obesidad, diabetes e hipertensión en etapas posteriores de la vida, según lo reportado por Wu (2016). Por tanto, mejorar el acceso y la ingesta de proteína animal en la primera infancia no solo combate la desnutrición crónica, sino que contribuye al desarrollo integral y a la salud futura de la población infantil.
Patrones de insuficiencia en la ingesta de proteína animal
El cuadro a continuación muestra que los alimentos menos consumidos por los niños ecuatorianos incluyen:
Alimento | % nacional de NO consumo |
Pescado fresco, seco o mariscos | 82.5% |
Hígado y órganos | 89.2% |
Alimentos preparados con grasa animal | 85.1% |
Lácteos | 53% |
Huevos | 36.9% |
Carne (res, cerdo, pollo, etc.) | 22.8% |
Todos estos alimentos son fundamentales para el neurodesarrollo y el sistema inmune.
Determinantes sobre el bajo consumo de proteína animal
Los determinantes del bajo consumo de proteína animal en Ecuador responden principalmente a factores estructurales que afectan la disponibilidad y accesibilidad de estos alimentos esenciales. En el ámbito económico, los hogares de menores ingresos tienden a reducir la compra de carne, huevo, pescado y lácteos debido a su costo relativo más alto frente a alimentos ricos en carbohidratos. A esto se suma que la inflación acumulada en productos de origen animal ha sido históricamente superior a la de alimentos básicos, lo que hace que las familias prioricen opciones más baratas pero menos nutritivas, limitando así la diversidad y calidad de la dieta infantil.
A estos factores se añaden barreras culturales y geográficas que profundizan la brecha nutricional. Persisten creencias erróneas, especialmente en zonas rurales, respecto al consumo de huevo y pescado en niños pequeños, lo que desalienta su inclusión en la alimentación diaria. Al mismo tiempo, muchas familias mantienen patrones alimentarios centrados en tubérculos, arroz y harinas, desplazando alimentos proteicos de alta calidad biológica. En regiones como la Amazonía, las dificultades logísticas, la limitada cadena de frío y el transporte insuficiente restringen el acceso a carne fresca o lácteos, lo que perpetúa el bajo consumo de proteína animal y contribuye a un mayor riesgo de desnutrición crónica infantil.
¿Cómo aumentar el consumo de proteína animal en Ecuador?
El incremento del consumo de proteína animal en Ecuador exige la implementación de intervenciones costo-efectivas que prioricen a los hogares más vulnerables. Entre las estrategias más destacadas está la promoción del huevo, una de las fuentes más económicas y completas de proteína animal. Experiencias en Ghana y Uganda demostraron que la entrega de 3 a 4 huevos por semana a niños pequeños redujo significativamente el retraso en el crecimiento (Iannotti et al., 2017). Este enfoque puede adoptarse en Ecuador como una medida de alto impacto y bajo costo. A ello se suma la necesidad de fortalecer la ganadería, pesca y acuacultura local, mediante mejoras en las cadenas de frío, incentivos productivos y programas de compras públicas que estimulen la economía rural y garanticen acceso constante a alimentos proteicos frescos.
Asimismo, la educación nutricional dirigida a madres y cuidadores constituye una herramienta esencial, especialmente durante los primeros 1.000 días de vida, etapa crítica para prevenir la desnutrición crónica. Programas de formación prácticos, culturalmente adecuados y enfocados en la preparación de alimentos proteicos pueden aumentar la aceptación y comprensión de su importancia. Complementariamente, las transferencias monetarias condicionadas, como el modelo mexicano Prospera, han demostrado ser eficaces para mejorar talla infantil y reducir anemia, por lo que su adaptación al contexto ecuatoriano podría generar impactos nutricionales significativos.
A nivel de políticas públicas, se requieren acciones institucionales sostenidas que garanticen el acceso equitativo a la proteína animal. Integrar estos alimentos en los programas alimentarios del MIES y del MSP aseguraría que los niños menores de tres años reciban nutrientes críticos para su desarrollo. Además, la implementación de subsidios focalizados para huevo, leche y pescado en hogares en extrema pobreza podría disminuir las barreras económicas que hoy limitan su consumo. Paralelamente, mejorar los sistemas de etiquetado, vigilancia sanitaria y control de calidad fortalecería la confianza de la población en los productos disponibles, promoviendo su consumo seguro y responsable.
Finalmente, las intervenciones comunitarias representan un eje clave para promover cambios sostenibles en los hábitos alimentarios. Las cocinas comunitarias centradas en preparaciones con proteína animal pueden funcionar como espacios de aprendizaje colectivo y acceso directo a alimentos nutritivos. Del mismo modo, las escuelas para padres enfocadas en una adecuada alimentación complementaria permiten transmitir conocimientos prácticos y desmitificar creencias erróneas sobre el consumo de huevo, carne o pescado. En conjunto, estas estrategias multisectoriales, productivas, educativas, institucionales y comunitarias; son fundamentales para aumentar el consumo de proteína animal y avanzar hacia la reducción de la desnutrición crónica infantil en Ecuador.
En conclusión
La desnutrición crónica infantil en Ecuador continúa siendo “un enemigo silencioso”, cuya raíz principal se encuentra en la baja ingesta de proteína animal en los primeros años de vida. La evidencia científica es contundente: la falta de nutrientes esenciales provenientes de alimentos de origen animal afecta el crecimiento, la formación cerebral y la salud integral de los niños ecuatorianos.
Los datos del INEC 2022–2023 constituyen una alerta nacional y deben guiar políticas públicas urgentes. Un país sin desnutrición es posible si se garantiza el acceso, la disponibilidad y el consumo de proteínas animales asequibles, inocuas y culturalmente aceptadas.
Bibliografía y fuentes:
- Black, R. E., et al. (2013). Maternal and child undernutrition and overweight in low-income and middle-income countries. The Lancet.
- Georgieff, M. K. (2007). Nutrition and the developing brain: nutrient priorities and measurement. American Journal of Clinical Nutrition.
- Hoppe, C., et al. (2004). Animal protein intake, IGF-1, and growth in children. Journal of Nutrition.
- Iannotti, L. et al. (2017). Eggs improve child growth in undernourished populations.
- (2023). Encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil. Resultados 2022–2023.
- World Health Organization (2020). Stunting in children: causes and consequences.
- Wu, G. (2016). Dietary protein intake and human health. Food & Function.










